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Fortalezcan las manos débiles; afirmen las rodillas vacilantes. Digan a los de corazón apocado: “¡Fortalézcanse; no teman! He aquí que su Dios viene con venganza y retribución divina. Él mismo vendrá y los salvará”.

Entonces serán abiertos los ojos de los ciegos, y los oídos de los sordos se destaparán.

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